Como fantasma que se aparece y emerge de las sombras,
cautivo, etéreo... dejaba que sonaran las manecillas del reloj en el inmenso
silencio, el tiempo era el único
amante, el único verdugo… así fue como transcurrió… como un dilatador de
espacios, como un ladrón de ideas, se diluyo como la tinta sobre la superficie
líquida de la retina, sólo
necesitaba ser parte del juego… una vez más…
La monotonía la consumía, la misma idea, el mismo
espacio, la misma mirada, la
ventana de su alma permaneció petrificada en la melancolía, en los desgatados
tonos de su alma, se comenzó a desprender… una a una sus articulaciones
terminaban olvidadas sobre el piso de su habitación… desmembrarse era la única
opción… esta vez ya no hay elección… esta vez se escurría de las manos…